Viejo camposanto rural, antiguas tumbas. fotografía del autor |
Recuerdos... desvaneciéndose. fotografía del autor |
Sincretismo de camposanto. Fotografía de autor |
En esta sociedad que tumba a tumbo se amiga cada vez mejor con la muerte, condicionada a que ésta le sea cada vez menos próxima y más ajena, y porque no , más cómoda; y ...si los muertos no están en nuestros patios, si los muertos están en nuestra televisión, mejor, cuando es así, hasta podemos sin pudor ni mayores escrúpulos , soltar tranquilos nuestro morbo de sus ataduras, dejarnos de preocupar de pañuelos y lágrimas más o menos y escudriñar en detalles tambien más o menos truculentos y disfrutar de la fiesta mediática de muertos y muertes ajenas en nuestros living rooms , haciendo tranquila espera del delivery boy y su entrega rápida , garantida caliente, de pizzas y fainás ,en la alegría egoista de que todo eso, nada, nada tiene que ver con nosotros ni nuestras vidas.
Hoy nuestras tierras sagradas, nuestros camposantos o cementerios si lo prefiere, o si preferimos ,nos distanciamos algo más de ese espacio ceremonial "tabú" a nuestra cotidianeidad, y tomemos del correcto lenguaje oficial, bastardamente eufemístico a mi sensibilidad y hablemos entonces de necrópolis. O sea ciudad de los muertos.
En los hechos por una razón o por otra, en esta loca sociedad urbanizada, simplemente por eso, por razones de prolija urbanización, los enterraderos humanos , es decir esos necesarios rectángulos pedazo de tierra míseros y yermos, destino final de nuestros muertos , - hay otros , bien que se sabe con su amable escenografía pastoril , encantandores horizontes largos , lujurioso mucho verde , estética del recato y prohibición de lo kistch. - los camposantos de la tradición, son en el hoy por hoy espacios públicos, rodeados de muros que defienden , aunque no estando claro de que lado de tales murallas se atrinchera el enemigo, con puertas que detienen y cerraduras con horarios , que funcionarios cansados de muerte , también desesperanzados de lágrimas y de vivos que tienen en sus llaves el poder de cuantificar los tiempos de doler.
A estos espacios territoriales destinados a entierros humanos, cadáver presente , se accede con permisos, papeles, documentos y sellos,varios , que justifican tanto al muerto como a la necesidad de los vivos de disponer higiénica y razonablemente de sus despojos, o su cadaver o su osamenta , o podemos en elegante obituario mencionarlos como los restos de ese otro . que murió. Tampoco obviemos que nada de eso ya es tema de afligimiento o de extra congoja, o impedimento obstaculizantes a vivirla, ya que bien sabemos ten quién confiar , a quién llamar, cuales son los telefónos, casi todos fríos y profesionales 0800 , o sea además de la disponibilidad, el encanto en el mundo salvaje del capital, lo gratuito. Personas, amables, convenientemente compungidas, entrenadas a contener penas ajenas y emociones y aburrimientos propios, se ocuparán de ello, o sea de nosotros, en esos momentos cuando más , según su real saber y entender, y según don Adam y sus leyes del mercado, los precisemos.
A estos espacios territoriales destinados a entierros humanos, cadáver presente , se accede con permisos, papeles, documentos y sellos,varios , que justifican tanto al muerto como a la necesidad de los vivos de disponer higiénica y razonablemente de sus despojos, o su cadaver o su osamenta , o podemos en elegante obituario mencionarlos como los restos de ese otro . que murió. Tampoco obviemos que nada de eso ya es tema de afligimiento o de extra congoja, o impedimento obstaculizantes a vivirla, ya que bien sabemos ten quién confiar , a quién llamar, cuales son los telefónos, casi todos fríos y profesionales 0800 , o sea además de la disponibilidad, el encanto en el mundo salvaje del capital, lo gratuito. Personas, amables, convenientemente compungidas, entrenadas a contener penas ajenas y emociones y aburrimientos propios, se ocuparán de ello, o sea de nosotros, en esos momentos cuando más , según su real saber y entender, y según don Adam y sus leyes del mercado, los precisemos.
Confieso que no puedo imaginarme enterrado. Entre otras razones porque, no tengo chance alguna de ir a dar con mis huesos, en tierra alguna. Que ahora, vivimos en estructuras verticales que nos alejan de cualquier realidad de naturaleza, animal que soy, mis patas están lejos de posarse en la tierra, lejos de cualquier otra que la que desde las pequeñas macetas de mis pequeñas tunas, me conmueven y a veces entristecen por las mañanas, que también de ahí veo pasar, cortejo tras cortejo, abundante en señoriales y compungidas remises negras, vacías de pasajeros, es decir de dolientes. Porqué asumamos la muerte del común, de ese Otro que anda por ahí con su jubilación y sus consecuencias , sus achaques a cuesta, y sus relatos interminables de doctores de versación infinita y taciturnidad escandalosa, buen cliente, otra que paciente, de una u otra asociación de médicos colectivizada, ese, ya no despierta grandes escándalos ceremoniales. a su muerte. No convoca demasiada emoción, no es noticiable, quizá por eso casi que ya no existe su muerte en barrios que ya no se enteran de estas cosas sin importancia. Que de funebrias, velorios, lágrimas infinitas e interminables, ese humilde que hoy, su día, el día de los difuntos, recibirá quizá una, quizás dos o tres visitas, o quizá ninguna, y quizás también eche de menos las que faltan, pero sabe que en definitiva ha ido lentamente adquiriendo un papel cada vez menor en la gran comedia humana.
Quiero compartir con ustedes este poema de Neruda : No tan alto (Extravagario , 1958) que en lo existencial genera espacios de relación conmigo mismo grandes e importantes.
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