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Los problemas relacionados con el agua pueden desestabilizar comunidades
Este 2013 se celebra el Año Internacional de la cooperación en la esfera del agua. Esta serie de artículos de Un Mundo de Ciencia
evocan algunos casos de éxito –y de fracaso– en materia de gestión de
los recursos hídricos compartidos que pueden hacer diferente la vida de
los ciudadanos.
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Los conflictos internos en torno al agua han
ocasionado peleas entre los usuarios de las partes superior e inferior
de la cuenca del río Cavery en la India y entre los aborígenes
norteamericanos y los colonos europeos. En 1934, el Estado de Arizona,
sin salida al mar, quiso dotarse de una armada (consistente en un
transbordador) y envió su milicia estatal a detener la construcción de
la represa y el proyecto de trasvase de agua del río Colorado.
Las controversias relacionadas con el agua también
pueden dar lugar a la desobediencia civil, actos de sabotaje y protestas
violentas. En diciembre de 2007, en la India, en el estado de Orissa,
30.000 agricultores se enfrentaron con la policía porque el gobierno
había decidido permitir que un gran número de industrias se abastecieran
de agua de la represa de Hirakud, de la cual los agricultores dependían
para el riego. En el enfrentamiento con la policía, resultaron heridos
50 manifestantes. Entre 1907 y 1913, en California (Estados Unidos de
América) agricultores del valle de Owens atentaron en reiteradas
oportunidades contra el acueducto que transportaba las aguas hacia la
pujante ciudad de Los Ángeles.
Una gestión poco eficaz o poco equitativa de los
servicios relacionados con el agua también puede provocar la
inestabilidad de un país. La conexión al sistema de las zonas urbanas o
rurales, la fiabilidad de los servicios y especialmente los precios
pueden dar lugar a controversias. En la mayor parte de los países, el
suministro de agua potable es responsabilidad del Estado. Incluso si las
concesiones se transfieren a empresas privadas, por lo general la
prestación del servicio sigue siendo competencia del Estado.
En
consecuencia, las controversias en torno a la gestión del suministro de
agua por lo general se plantean entre las comunidades y las autoridades
estatales (véase el recuadro). Las protestas son más probables cuando el
público sospecha que hay corrupción en la administración de los
servicios relacionados con el agua o que los recursos públicos se están
destinando a generar ganancias para el sector privado.
El conflicto de Cochabamba, Bolivia
En enero de 2000, las tarifas de agua potable habían
aumentado mucho y algunos hogares tenían que dedicar parte importante
de sus ingresos mensuales a pagar las facturas del agua. Los
consumidores estimaron que el único cambio era que estaban pagando más
por el mismo servicio tan ineficaz como antes, a lo que respondieron con
huelgas, barricadas y otras formas de protesta civil que en febrero de
2000 terminaron paralizando a la ciudad durante cuatro días.
Si
bien lo que desencadenó protestas fue el aumento de las facturas de
agua, hubo quienes también se opusieron a una ley que ponía en peligro
el control público de los sistemas hídricos rurales. Los problemas de
escasez de agua de larga data habían alentado el surgimiento de otras
fuentes de abastecimiento de probada eficacia. En las municipalidades
rurales de los alrededores de Cochabamba, las cooperativas de
agricultores excavaban sus propios pozos y utilizaban el mercado
informal del agua sobre la base de un antiguo sistema de derechos de
propiedad. En el marco del contrato firmado con el consorcio se concedió
a Aguas del Tunari la utilización exclusiva de los recursos hídricos de
Cochabamba así como el de cualquier otra fuente que en el futuro
resultara necesaria para abastecer a los consumidores de la ciudad. Se
le concedió asimismo el derecho exclusivo a suministrar los servicios de
agua y a exigir que los consumidores potenciales se conectaran a su
sistema. La población rural temió perder sus derechos tradicionales
sobre el agua y que la empresa cobrara a la población por el agua
extraída de sus propios pozos.
Los agricultores de las municipalidades de los
alrededores se sumaron a las protestas de Cochabamba que se extendieron a
otras partes de Bolivia. Estos meses de malestar social llegaron a un
punto culminante en abril de 2000, cuando el gobierno declaró el estado
de sitio para todo el país y envió al ejército a Cochabamba. Tras varios
días de actos de violencia, hubo un saldo de más de 100 heridos y un
muerto. Las protestas no cesaron hasta que el gobierno acordó revocar la
concesión y devolver la gestión del servicio público a la
municipalidad.
No obstante, la eficacia siguió dejando que desear: muchos barrios sólo cuentan con servicios ocasionales y la capa freática se sigue hundiendo. Si bien para muchos la cancelación de la concesión es una victoria del pueblo, no ha resuelto sus problemas de agua.
Entre tanto, en 2001 Aguas del Tunari presentó un
una demanda contra el Gobierno de Bolivia en el tribunal comercial del
Banco Mundial, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias
relativas a Inversiones (CIADI). Según el periódico San Francisco
Chronicle, el consorcio pedía 25.000.000 de dólares de indemnización por
el contrato rescindido. Ahora bien, tras varios años de un proceso de
arbitraje acompañado por constantes protestas internacionales, el
consorcio decidió retirar la demanda sin que mediara un pago. En
contrapartida, Bolivia ha eximido a los inversionistas extranjeros de
toda responsabilidad potencial.
La escasez de agua puede desestabilizar un país
Las
regiones del planeta que, para el riego, dependen en gran medida de
fuentes de abastecimiento de agua que están menguando coinciden en gran
medida con las que actualmente son motivo de preocupación para la
comunidad en cuanto a la seguridad: el Oriente Medio, el norte de África
y Asia Central. Cuando ya no tienen acceso al agua de regadío, grupos
de hombres desempleados y descontentos pueden verse expulsados del campo
a la ciudad, contribuyendo así a la inestabilidad política. Cuando las
migraciones son transfronterizas, pueden contribuir a las tensiones
entre Estados.
Los problemas relacionados con el agua pueden
contribuir así a la inestabilidad local, lo cual, a su vez, puede
desestabilizar un país o toda una región. De esta manera indirecta, el
agua contribuye a las controversias internacionales y nacionales, aun
cuando las partes en juego no estén en pugna explícitamente por el agua.
Por ejemplo, durante los 30 años en los que Israel ocupó la Franja de
Gaza la calidad del agua se deterioró constantemente; en efecto, el agua
salada se filtraba en los pozos del lugar y las enfermedades que esto
ocasionó se cobraron víctimas entre los residentes. En 1987 comenzó en
la Franja de Gaza la segunda intifada y la rebelión se propagó
rápidamente por toda la Ribera Occidental. Si bien sin duda sería
simplista aducir que el deterioro de la calidad del agua fue la causa de
la violencia, indudablemente, exacerbó una situación ya frágil causando
perjuicios a la salud y a los medios de subsistencia.
Un examen de las relaciones entre la india y
Bangladesh demuestra que, a su vez, las inestabilidades locales pueden
derivarse de controversias internacionales en torno al agua y exacerbar
las tensiones internacionales. En el decenio de 1960, la India construyó
una represa en Farakka, trasvasando una parte del Ganges de Bangladesh,
para limpiar el limo del puerto de Calcuta, a unos 160 km hacia el sur.
En Bangladesh esta reducción del caudal tuvo por consecuencia que se
agotaran las aguas superficiales y subterráneas, no se pudiera navegar,
aumentara la salinidad, se deterioraran las pesquerías y se vieran en
peligro el suministro de agua y la salud pública, provocando a su vez un
fenómeno de emigración de los nacionales, muchos de los cuales,
irónicamente, partieron a la India.
Por lo tanto, si bien no se han producido "guerras
del agua", la falta de agua potable o la competencia por el acceso a los
recursos hídricos ocasionalmente ha provocado una gran inestabilidad
política que a su vez dado lugar a brotes de violencia extrema a pequeña
escala.
En los planos nacional y local, no es la falta de
agua la que lleva al conflicto sino la manera en que se la gobierna y
administra. Muchos países necesitan políticas más firmes para regular la
utilización del agua y permitir una ordenación equitativa y sostenible.
Especialmente en los países en desarrollo, las instituciones de gestión
del agua a menudo carecen de los recursos humanos, técnicos y
financieros necesarios para elaborar planes globales de gestión y
garantizar su aplicación.
Tomado del Boletín del agua de la Unesco.
Excerpt from an article by Annika Kramer, Aaron T. Wolf, Alexander Carius and Geoffrey D. Dabelko, published in A World of Science, volume 11, number 1, January 2013.
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