jueves, 2 de septiembre de 2010

A los mineros chilenos y a sus familias .“Campamento Esperanza" ¡ Fuerza Mineros ! ¡Vamos carajo! Un montón de tierra y piedras NO pueden con este puñado de atacameños. ¡ Fuerza y corazón de mineros!".

Termino de recibir un correo amigo  desde Chile. Es de un chileno de pura cepa. Hombre de montaña y  de sueños. Amigo de la roca y de escudriñar,  como geólogo que es,  la pacha mama de todos buscando sus misterios y riquezas . Siente,   por chileno y por persona buena de corazón , muy cerca y conmovido  el drama de los mineros compatriotas  atrapados en las entrañas de la tierra  en la mina de ese norte duro del desierto de  Atacama.  Me envió en su mensaje  el siguiente texto  del escritor también chileno Hernán Rivera Letelier. Sentí necesidad obligada  de contestarle y  expresarme. Lo hice a mi mejor modo. Con el corazón en  tiempos de versos de emoción. Ese es el único valor que acredito y juzgo tienen los mismos. Creo  si , que de una forma u otra expreso lo que muchos en este Uruguay compañero siempre de todos los infortunados de la tierra sienten en esta hora de incertidumbre . A  las 32 almas chilenas  y  a  la  boliviana  que suma, van mis 33 abrazos, junto con mi  corazón y mi respeto. 


1º- Texto del e-mail  de mi amigo Jaime

Me han pedido mucho que escriba sobre los mineros sepultados en la mina San José, de Copiapó.Me han llamado medios de distintos países, me han ofrecido estipendios por artículos de tantas palabras o caracteres en diarios, en revistas, en sitios de Internet, y hasta me han ofrecido hacer un guión para una película. "Porque usted fue minero, nos interesa su visión de lo que está ocurriendo con esos 33 hombres".Yo me he negado sistemáticamente. Solo he aceptado entrevistas. Ahora escribo para explicar por qué me he negado. Me he negado justamente por eso, porque también fui minero, y escribir ahora sobre estos compañeros sepultados, hacer literatura con su tragedia, sería como sentarme a escribir un cuento o un poema ante el lecho de muerte de mi padre, de mi hijo, o de mi hermano. No sirvo para eso. Mi ética no me lo permite.Puedo ser un hijo de puta en muchos aspectos, pero nunca en algo como esto. Mi ética es mi estética y viceversa. Estoy sufriendo la tragedia como la estamos sufriendo todos, he llorado como hemos llorado todos, grité de felicidad como todos cuando supe que estaban vivos -no salí a tocar la bocina de mi auto porque no tengo auto, pero en casa izamos una bandera rayada con un mensaje de fuerza y esperanza-, y aunque nunca fui ni seré un patriotero -me carga por ejemplo que toquen el himno nacional en los partidos de fútbol- el corazón se me puso como un puño cuando oí sus estrofas saliendo desde las fauces de la tierra, épicamente desentonadas por la voz ronca de estos 33 chilenos humildes. Yo andaba por Centroamérica cuando me enteré de la noticia. Al primer medio que me llamó desde Chile -los mineros llevaban cuatro o cinco días enterrados- les dije que si esos hombres no habían muerto sepultados por el derrumbe, iban a sobrevivir hasta que los encontraran. Dije textualmente que me los imaginaba allá abajo organizándose, dándose ánimo entre ellos, narrándose historias, contándose chistes, inventando mentiras. Que los mineros, como los pescadores, eran hombres acostumbrados a luchar contra la adversidad, contra la fuerza de la Naturaleza, que eran ingeniosos, que eran aperrados, que no se echaban a morir fácilmente. Que eran muy creyentes.  Ahora que saben que sabemos que están vivos, ahora que saben que sus familias los esperan, y entienden que tendrán que soportar aún una larga espera, su ánimo no desmayará, seguirán resistiendo. De eso estoy seguro. Son 33, un número sagrado. Yo cuando era niño y vendía diarios por las calles -en uno de mis libros lo consigno-, solo vendía 33 diarios, con eso me alcanzaba para comer y nunca me quedaba con diarios que regresar. Treinta y tres era la edad de Cristo, y eso me daba suerte. Soy supersticioso igual que todos los mineros. El 33 es el número de la muerte y la resurrección.  Ellos estaban muertos y resucitaron. Dos cosas solicito para estos mineros, si es que se pudiera. Solo dos cosas. La primera, al Gobierno, que no desaproveche esta oportunidad de oro que tiene de pasar a la historia -junto a los 33-, haciendo cambios profundos en la legislación laboral de la pequeña minería, para que nunca más vuelvan a ocurrir desdichas como esta -y de pasadita que haga colgar de los testículos a los dueños de la minera .
La  segunda va para los medios de comunicación: que no transformen esta larga temporada en el infierno de nuestros compatriotas en un vulgar reality show. Una vez que estén afuera que hagan el espectáculo que quieran -con su anuencia o sin ella-, pero por ahora que respeten el dolor, el suplicio, el padecimiento indecible que significa estar ahí, con millones de toneladas de roca encima, a 700 metros por debajo de la vida, en la boca del estómago del mismísimo infierno. Pónganse en su lugar. A ver si alguien puede siquiera imaginarlo.  Hernán Rivera Letelier,  Chile 1 de Septiembre de 2010.
Saludos  Jaime Cortés Yáñez

Senior Project Geologist
 
2º  Mi Respuesta a Jaime, también vía e-mail

Estimado Jaime: las palabras de Rivera Letelier que me envías,  escritor que confieso no he leido, y que me hace usted llegar, resolvieron en poesía un sentimiento profundo que por el episodio de los  mineros chilenos tengo. Es este  un humilde texto poético, que como homenaje simple a esos hombres y en usted que tiene puesta  el alma  en  escudriñar la madre tierra les dedico. Un abrazo . Julio Viana.
 


3º  Adjunto que acompaña al e-mail anterior con el texto de un poema compuesto para la ocasión.

Vayan ahora los versos del corazón dedicado a los 33 chilenos hermanos de pura humanidad,  que allá abajo, profundo en la madre tierra,  sobreviven y a todos los que viven y  sufren por ellos en la superficie,  de mi y de todos los que pensamos que nada de lo que es humano puede resultar indiferente. j.n.viana


Poema

Chilenos mineros … aguante Mierda!

Allá abajo están
Están en silencio
Piensan
Sueñan
Pero saben que nada será posible
Sin el corazón
Que no es uno
Que es una suma
Que son uno, dos y tres
Hasta que suman los treinta y tres
Que cada uno vale
Lo que valen los restantes
Que afuera late y late
Otro corazón
Que suma uno, dos y tres
Que suma millones
Que no sólo tienen
Sangre de un color
Son multicolor
Son negras, blancas, rojas
Pero sobre todo abundan
Las sangres buenas,
Las sangres que ponen
Cada día un poco de aceite bueno
De vino
De pan
De amor
En el altar de cualquiera  dios
Que todos allá abajo suman
Que todos allá abajo ayudan
Que todos ellos allá abajo son necesarios.
En tanta sangre buena
Doy fe
Que cruzó la cordillera
Sangre que nace en las orillas
De este río ancho
que borges llamó zaino
con razón
Y que desde el alma
De nosotros que poco o nada
Sabemos de cordilleras
Y que cuando topamos con ellas
También sufrimos
Vayan chilenos
Nuestro corazón
Y aguante mierda
Que aquí se alienta con fuerza
Con alma y corazón
Para que más bien temprano
Vean nuevamente lo  celeste
Y  brillar el sol
Que es de todos
pero  también
si es necesario
vayan a ustedes
el nuestro
el de nuestra bandera.  
j.n.viana
Montevideo. Uruguay. 2 de  setiembre 2010

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